Intenta dormir. Trasnochadora mente que une la infinidad de estrellas.
Vivac improvisado. Sábana de plumas en las frescas noches pirenaicas que
permite el descanso horizontal.
Pocas horas te separan del nocturno despertar. Infalible cansancio. Cierras
los ojos, las cuatro y media están al llegar.
Suena la alarma. Enciendes el frontal. El párking cobra vida de retos
escondidos en el silencio y la oscuridad. Acompañado, repites el comienzo. Esta
vez esperas llegar al final.
Hoy somos tres. Aventuras con amistad. David y Sergi me arropan: aunque
pasen los años soy el niño al que hacen por cuidar.
Procesión que se apaga al alba. El camino se hace notar. Esfuerzos que
crean sonrisas que perdurarán.
Escalones para gigantes. Suelas que pulen la piedra de esta escalera
natural. Elegimos bien los pasos que nos hacen progresar.
Desnivel exigente. Metros que dejas atrás. Consciente respiras. Vuelves a
ver el glaciar. A lo lejos, imponente, su Majestad.
Desde aquí el protocolo exige rigurosidad. Alfombra blanca, pasillo justo
para tus pies a la par.
No querrás perderte por las paredes inclinadas. Un fallo, una posible
fatalidad.
Deshielo presente. Ciclos cambiantes o acción humana sin importar. Nos
quedamos sin hielo, esa es la realidad.
Sin timidez nos acercamos. Hoy definitivamente nos presentarán. No lo
tienes todo hecho, falta un importante paso que dar.
Tocar el techo del pirineo significa atreverte a pasar. Por muchas
historias que te cuenten, el Paso de Mahoma sin respeto no se debe afrontar. Un
mal gesto significa la tragedia que a nadie le gustaría contar.
Sensaciones a presión que dejas escapar. Abrazos en la cumbre que resumen
el esfuerzo sin ninguna frialdad.
Conocerte, sentirte y mirar desde tus terrazas no tiene igual.
La bajada, aun más dura, sigue regalando imágenes para recordar.
Las sonrisas esconden pensamientos que a la luz pronto saldrán.
Aneto. Trampolín de sueños, trampolín de retos que están por llegar : )